Algunas personas, cuando tienen que enfrentarse a los severos
problemas de combatir una dictadura, se echan para atrás, y caen
en una sumisión pasiva (como lo vimos en el Capítulo Uno). Otras,
como no ven posibilidad alguna de alcanzar la democracia, pueden
llegar a la conclusión de que deben buscar un arreglo con la dictadura,
con la esperanza de que mediante la “conciliación”, el “compromiso”
y las “negociaciones”, podrán atraer a algunos elementos positivos
y acabar con las brutalidades. Superficialmente, por carencia de
opciones más realistas, esta manera de pensar es atrayente.
Una pelea seria contra las dictaduras brutales no es una
perspectiva agradable. ¿Por qué hay que recorrer ese camino? ¿No
pueden todos ser razonables y encontrar maneras de hablar, de
negociar la forma de terminar gradualmente con la dictadura? ¿No
pueden los demócratas apelar al sentido común y de humanidad
de los dictadores, y convencerlos de que deben reducir su dominio
poco a poco, y quizás finalmente ceder por completo para que se
establezca una democracia?
A veces se argumenta que la verdad no está toda de un lado.
Quién sabe si los demócratas no han comprendido a los dictadores,
que acaso obraron con buenas intenciones y en circunstancias
difíciles. Quizá algunos piensen que los dictadores gustosamente se
separarían de la difícil situación que vive el país, si se les estimulara
o se les tentara a ello. Podría argumentarse que a los dictadores
se les debería ofrecer una solución por medio de la cual todo el
mundo saliera ganando. Los riesgos y dolores de proseguir la lucha
podrían ser innecesarios—se puede argumentar—si la oposición
democrática sólo desea terminar el conflicto pacíficamente por medio
de negociaciones (que podrían quizás contar con la ayuda de algunos
especialistas o hasta de otro gobierno). ¿No sería eso preferible a una
lucha difícil, aún cuando fuera una campaña dirigida por la lógica
de la acción noviolenta y no la de una guerra militar?
Ventajas y limitaciones de las negociaciones
Las negociaciones son un instrumento muy útil para resolver algunos
conflictos, y no deben desdeñarse o rechazarse cuando son apropiadas.
En algunas situaciones, cuando ningún asunto fundamental
está en juego y, por consiguiente, es aceptable el compromiso, las
negociaciones pueden ser un medio importante para zanjar un
conflicto. Una huelga laboral en demanda de mayores salarios es un
buen ejemplo del papel apropiado de las negociaciones en un conflicto:
un acuerdo negociado puede conseguir un aumento promediado entre
las cantidades originalmente propuestas por cada una de las partes
contendientes. Los conflictos laborales, con sindicatos legalmente
establecidos, son, sin embargo, algo muy diferente de los problemas
en los cuales están en juego la existencia permanente de una dictadura
cruel o el establecimiento de la libertad política.
Cuando los asuntos por resolver son fundamentales porque
afectan principios religiosos, problemas de la libertad humana o todo
el desarrollo futuro de la sociedad, las negociaciones no llevan a una
solución satisfactoria para ambas partes. En algunos asuntos básicos
no se debe transigir. Sólo un cambio en la correlación de fuerzas a favor
de los demócratas puede salvaguardar adecuadamente los asuntos
básicos que están a discusión. Ese cambio ocurre a través de una lucha,
no mediante negociaciones. Esto no quiere decir que las negociaciones
no deban usarse nunca. El hecho es que tales negociaciones no son
un modo realista de librarse de una férrea dictadura cuando no existe
una poderosa oposición democrática.
Por supuesto que hay circunstancias en que las negociaciones
pueden no ser una opción. Los dictadores firmemente establecidos,
que se sienten muy seguros de su posición, pueden negarse a negociar
con sus opositores democráticos. 0 bien, cuando ya se hayan iniciado
las negociaciones, los negociadores democráticos pueden desaparecer
y no regresar.
Rendición negociada?
Los individuos o grupos que se oponen a una dictadura y se inclinan
a las negociaciones, a menudo tienen buenos motivos para hacerlo.
En especial, cuando una lucha armada ha continuado durante varios
años contra una dictadura brutal sin una victoria final, es lógico que odas las personas, sin importar su filiación política, deseen la paz.
Es probable que los demócratas estén especialmente dispuestos a
negociar cuando los dictadores evidentemente tienen la superioridad
militar y cuando la destrucción, las víctimas y los perjuicios sufridos
entre aquéllos ya no pueden soportarse más. Habrá entonces una
fuerte tentación de explorar cualquier otra opción que pueda rescatar
al menos algunos de los objetivos de los demócratas, a la vez que
pone fin a un ciclo de violencia y contraviolencia.
La oferta de “paz” mediante negociaciones que un dictador
le haga a la oposición democrática por supuesto no es del todo
sincera. La violencia podría ser inmediatamente terminada por
los propios dictadores si tan sólo éstos dejaran de hacer la guerra
contra su propio pueblo. Bien podrían, por su propia iniciativa y
sin ninguna negociación, restaurar el respeto a la dignidad y los
derechos humanos, liberar a los presos políticos, acabar con la tortura
y suspender las operaciones militares, retirarse del gobierno y hasta
pedirle excusas al pueblo.
Todo el material que aparece en esta
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publicación es del dominio público y
se puede reproducir
sin el permiso de Gene Sharp.
Se agradece mención de la fuente.
Primera impresión, diciembre 2003
Segunda impresión, diciembre 2011
Traducción al Español
CARIDAD INDA
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